El despertador se hizo notar a eso de las 04:30, ya que según el horario, el tren debía llegar a las 05:30 a Belgrado.
No fue así, el tren se quedó parado varias horas, primero en la frontera con Kosovo y en la frontera de Serbia (pasaportes). Total que llegamos a las 09:00, tres horas y media de retraso, ¿eficacia balcánica?
Nada más bajar del tren, nos ofrecen un albergue cerca de la estación, teniendo en cuenta que o teníamos “nada” en ese momento, ni nos lo pensamos, hacia allí fuimos. Dimos con él bastante rápido, dejaba bastante que desear, pero al menos tenía duchas y billar! Antes de salir a la calle, dejamos pagada la habitación, el chico nos preguntó… ¿Vais a pagar en Euros? ¡Hombre pues claro, en que vamos a pagar si no...! (pensábamos)
Así que salimos con intención de desayunar algo, la sorpresa vino cuando entramos a un local y los precios estaban en DINARAS!!! (ni idea de ello) cambiamos 20€ Que venían a ser unas 1480 dinaras.
Nuestra siguiente misión era buscar un internet point, para mirar albergue para el día siguiente, tras recorrer media ciudad y preguntar a medio Belgrado, conseguimos dar con uno y quitarnos el peso de encima tras dos horas de búsqueda.
Después de comer, comenzamos a turistear por la ciudad, y poco a poco nos dimos cuenta de lo barato que nos resultaba Belgrado. Recorriendo la Calle Mayor llegamos hasta unos jardines con vistas al Danubio, una parte de la muralla y una exposición de los antiguos tanques de la guerra de los Balcanes.
Vuelta para atrás y recorriendo dos largas calles dimos con el inmenso templo “St. Sava”.
Poco antes de regresar al albergue tuvimos que gastar todas las dinaras, que parecía que nunca se acababan. Como apunte curioso, con el dinero cambiado, desayunamos, comimos, cenamos, compramos recuerdos, y demás.
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