Hemos amanecido a eso de las cinco de la mañana, ya que el barquito ha hecho parada en Igoumenitsa.
La noche resultó ser mejor de lo esperado, ya que nos montamos un campamento en el suelo con tienda de campaña improvisada.
Hemos bajado a desayunar con nuestra pareja amiga argentina-finesa y tras acabar una ducha para intentar espabilar… pero el pasar durmiendo la noche en el suelo ha hecho mella en nuestros cuerpos y hemos hecho siesta hasta poco antes de llegar a la tierra de Platón, Aristoteles y cia.
El barco atracó sobre las 11:30 en el puerto de Patras; no hemos podido conocer mucho la ciudad, ya que a las 12:30 ya estábamos sobre un bus dirección Atenas.
Durante el viaje en pulman, hemos podido contemplar que los griegos conducen por el arcén y lo escarpado y seco que es la tierra griega; en algo menos de tres horas nos hemos plantado en una ciudad un tanto caótica.
El bus nos dejó en la estación central de Atenas, situada a las afueras de la ciudad. Hemos cogido un bus dirección al centro y hemos decidido bajar en una parada al azar llamada, Omonia Square, nuestra sorpresa ha sido, que tal plaza se encontraba a pocos pasos de nuestro albergue.
Hemos dejado las cosas en la habitación y a la calle en busca de comida, información etc.
Lo que puedes sacar en conclusión de los atenienses, es que son muy hospitalarios, majos y en disposición de ayudarte. Habiendo sacado los billetes de ferrie (a santorini) y habiendo conseguido un milagroso mapa de la ciudad (los griegos no saben ingles), hemos empezado a callejear, comer pita, disfrutar de un buen café griego y a dar vueltas por la ciudad.
Hemos vuelto al albergue bastante cansados, en la habitación, un mexicano muy simpatico… hemos estado charlando en el bar del albergue con él y dos chicos ecuatorianos y tras esto a dormir que mañana el templo de los dioses nos espera sobre su colina.
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