Son las 5:28 de la mañana, y ya empezamos a dejar atrás la magnífica y bella Florencia.
Nuestro primer destino es Ancona, haciendo transbordo en Faenza, unas cinco horas de tren.
Ya, en Ancona estoy, y sobre el ferrie también… pero no sin antes haber tenido las aventuras que siempre me suceden. El cambio de tren que teníamos que realizar en Faenza para llegar a Ancona, no ha resultado ser tan tranquilo como nos creíamos. Hemos acumulado casi tres horas de espera, cuando en principio, era menos de una.
Todo ello, gracias a un gentil señor italiano, que se ha arrojado a la vía (sus motivos tendría) en vete tú a saber donde… Hemos llegado con casi dos horas después de lo previsto, y corriendo para no perder el barco.
Ancona, no parece una ciudad bonita, aunque tampoco he podido conocerla tanto como me hubiese gustado (prisas), el barco ya navega, y de momento el mar permanece bastante tranquilo.
Son las 22:05 y el sol ya se ha puesto hace un buen rato; el atardecer sobre el Mar Adriático ha sido más que espectacular, y la experiencia sobre el ferrie está siendo inmejorable.
Hemos comido y cenado correcto, baño en su piscina de la cubierta, ducha, el barco tiene de todo… hasta casino!
Hemos disfrutado de la compañía de una pareja, un argentino de Buenos Aires, y una chica finlandesa que mejor me ahorro intentar escribir el nombre de su ciudad.
Toca dormir en la cubierta del barco, y ya hemos colocado los sacos en el suelo, la noche promete ser larga.
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