Diario De Un Interrail
  Día 19 Londres-París
 

18/07/09

Ese día me levanté muy cansado gracias al maldito colchón en el que me toco pasar esas dos noches. Salimos de la habita y contemplamos por última vez los paneles luminosos de aquella plaza. Teníamos que coger el tren en la “London Victoria”, llegamos un poquito justos esta vez, porque nos confundimos en uno de los cambios en el metro.


Subimos al tren y al poco de comenzar vemos un mensaje un tanto raro. El tren al parecer en una parada concreta se dividía en dos, una de las partes se dirigía a vete tú a saber dónde y la otra a Dover, caímos a tiempo en la cuenta e hicimos el cambio.

En la llegada a Dover no dudamos en que la mejor opción es ir esta vez a la terminal en autobús. El problema vino cuando juntando el dinero que teníamos entre los dos no sumábamos más de 80 peniques y cada billete de autobús costaba 2 libras. Al final, debimos dar pena al conductor y nos dejó subir.

Hasta dos horas después no tuvimos ferrie, pasamos el deficiente sistema de control portuario de Dover y por fin subimos a bordo, en el horizonte se veía mala mar. El canal de la mancha estaba un poco agitado y el barco se meneo bastante durante todo el trayecto pero en una hora volvimos a pasar tierra firme.

Al llegar a Calais cogimos taxi esta vez desde la terminal (de errores se aprende) hasta la estación de tren. Nos comentaron que lo mejor para llegar a París era llegar a Lille. Cogimos el tren por los pelos y al llegar allí, caemos en la cuenta que a París hoy tan solo había los TGV (alta velocidad). Una vez más nuestro “global pass” nos permite sacar un billete de 45€ por tan solo 2 , fabuloso.


El tren más rápido de Europa cubre los 270 kms. De distancia entre Lille y París en una hora exacta. Tuvimos una sensación un tanto extraña al llegar a la “ciudad de la luz”, hacía frio, chispeaba y había gente por todos los lados. Nos echaron un cable para situar nuestro lejano albergue y pasó un buen rato tras hacer tres cambios de línea en el fatal metro parisino antes de llegar a Clichy, a las afueras de París.

No todo fue malo en el día, el albergue era grande, muy completo y sobre todo económico. Al llegar a “meta” nuestros cuerpos no responden más.

 
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